En la cita apócrifa que da comienzo a El árbol de Saussure: una utopía, Héctor Libertella pregunta: “¿Cómo asumir las cosas −la sociedad, yo, el arte, la vida misma y la muerte− en ese mundo que tiende a la desaparición del signo?”. A partir de este interrogante, Natalia Martirena y Luciana Olmedo-Wehitt construyen una experiencia performática que ensaya una respuesta con el cuerpo. Balbucear, desmarcar, borronear, superponer constituyen, en esta propuesta, la estrategia de una minoría de minorías que logra pronunciarse para afirmar su derecho poético.

Un hombre boya por el ghetto -una especie de mancha que emergió de un mapa- y observa la vida de los monos que él mismo crea a través de la escritura. No sabe que lo están modificando; que son ellos quienes tensionan los tejidos de su propio lenguaje. Voz y cuerpo avanzan en la errancia, dinamitan la lengua, la vacían y crean una lengua otra por la que debe aprender a navegar si desea precipitarse sobre lo impalpable.

Todo está dicho en el ghetto. Antes que responder a la pregunta de Libertella, entonces, esta obra es una búsqueda poética de sentido que propone desaprender como método.

El árbol tiene diseño audiovisual de Nicolás Richat y Nicolás Testoni, diseño sonoro y de iluminación de Nicolás Diez, diseño de vestuario de Natalia Martirena y Luciana Olmedo-Wehitt y realización de vestuario de María Rosangela Nunes Rodrigues. La música original es de Martín Amodeo, la asesoría artística de Mariana Obersztern, la animación de Mariana Sabattini, la operación de vídeo y sonido de Camila Rodríguez, diseño y realización de escenografía de Guillermo Beluzo y Pablo Oviedo.

ESPECTACULO EN COPRODUCCION CON EL INSTITUTO DE CULTURA DE BAHIA BLANCA

Esta obra fue seleccionada en el año 2019 por convocatoria abierta, con un jurado integrado por Andrés Gallina, Oria Puppo, Alejandro Tantanian, Nacho Bartolone y Camila Sosa Villada.

El Árbol